01 marzo 2011

Fiuuuuuuuuuuuuuuu

Este fresquito que entra por la venta, que tiempo atrás me olía a sal, hoy, sólo hace hablarme de ti. En su viaje por los tejados, contempla sorprendido mi cuadrado abierto. Lo olisquea y, presuroso, danza entre los barrotes para penetrar en mi cuchitril. Me saluda, ¿Cómo estás?. ¡Cuánto tiempo!. Hasta musa quiere escuchar sus historias: observa, huele, trepa, un salto y... ¡Hop!. ¡Pero Musa, cuidado!, que el viento no está acostumbrado a las personas como tú y si, en un movimiento ágil, lo golpeas demasiado... ¡quizás se enfade!.
Este vientecito, el mismo que me trae tus migajas, se lleva mis cortezas. Las atrapa, retrocede, las danza alrededor de los barrotes y las surca por ese terciopelo tan oscuro que cubre el cielo a estas horas. Hoy, Semana Santa de fondo, se las llevó a visitar a las poquitas estrellas que quedan ya cerca de la ciudad. Las escasas que aún consiguen dormir con esta cosita que tenemos los humanos que gusta tanto a la mayoría y a la minoría tan poco...la iluminación. ¡Aparatitos que no se merecen nada su nombre! piensan las estrellas. ¡Para qué soñamos nosotras entonces!, aclaran, ¡Si no es para desprender esa energía!.
Esta noche, las estrellitas, aunque confundidas por este tema, aun disipadas por los tambores, me limaron, gustosas, las cortezas. Y hoy, el vientecito, aunque ya cansado por todo lo soplado hoy, aun ya con ganas dormir, me trajo tus sonrisas, tus sonrisas y tus muecas, tus muecas y tus ojitos, tus ojitos y tu corazón, tu corazón y...sí, eso. ¡Tu alma de estrella!.

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