18 octubre 2012

Esto es tan simple que no necesita título


Las lágrimas se volvieron
una herramienta antigua
de expresión.

Aunque huelan a viejas
mis palabras,
a pesar de la sonoridad
cansina de los sueños
de muchas de mis noches,
Aburrida ya
esta angustia,  aún así,
Pequeño indio,
cómo te digo,
cómo te lo beso ya
Cómo te ruego
que
 Te quiero.

Clavada en el alma como el día primero
la terrible pregunta del
Qué
a esos poemas
que hablaban
 de eternidad y unicidad.
No te engañes, no exijo.
Sólo es la obviedad hiriente
de no poder creer en el nosotros,
particular familia.
Incapacidad es poca
de confiar en ninguna otra.
Pues conociendo que lo especial
tiene la horrorosa costumbre de no ir en aumento
y
sabiendo que tú
y yo
eramos simplemente eso
Tú y yo.
¿Qué queda?

Estoy leyendo
tus miles de palabras
que hablan de mi huida.

La vuelta no cabe
y
juro que
apretaría
el gatillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario