Finalmente, me quedo sin nada de qué protestar.
Mi corazón sentirá, tranquilo de que todo está resuelto.
Tus orgasmos serán droga
aceptable a pesar de cada pero.
Respiro hondo, expulso ese fantasma negro,
ese sentimiento miserable de observar
cómo crecen las flores en otro macetero.
Así es el viento, que nos mece entre los barrotes,
y nos salva de la prisión más protegida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario