Brotas en mis latidos
negros y graves
dudando si eres tú
o soy yo quien te llama.
Quería desobedecer
a mis instintos primarios
de hombre de ciudad
al sexo y al amor, descuidarlos,
quería sin poderlo:
aún tengo tu lengua entre mis labios.
A pesar de ello
sigo sintiéndome un extraño.
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